Ricardo Coello Gilbert censa la (in)tolerancia a la pedofilia
Transcripción de texto, por Jéssica Zambrano Alvarado para la revista cultural Cartón Piedra de diario El Telégrafo, alrededor de la pieza «Censo»
2018
Ricardo Coello Gilbert censa la (in)tolerancia a la pedofilia
El artista guayaquileño desarrolla una propuesta con la palabra, con las posibilidades de reescribir lo escrito y verlo de otro modo.
Jéssica Zambrano Alvarado
Periodista.
Dicen las noticias que un sacerdote cuencano acusado de abusar sexualmente de niños declaró ante la Arquidiócesis que el acto se da “por una cierta complicidad (…) aquel que quiere mantenerse íntegro no permite el abuso”. Aquel hombre acusado por al menos seis estudiantes de los colegios que fundó, después de años de haber sido abusados, dijo también que si el papa Francisco pedía perdón se rebajaba al nivel de los malhechores.
Dicen las noticias que un exnuncio apostólico en Estados Unidos le envió al papa Francisco una carta de 7.000 palabras en la que lo acusa de encubrir los abusos sexuales a menores de edad perpetrados por Theodore McCarrick, exarzobispo emérito de Washington D.C.
Dicen las noticias que el papa Francisco viajó a Irlanda para reunirse con las víctimas de abusos sexuales por parte de miembros del clero católico. Lo hizo luego de que un informe de la Corte Suprema de Pensilvania en Estados Unidos revelara que más de 300 sacerdotes abusaron de niños durante las últimas décadas.
La justicia identificó a mas de 1000 víctimas en un informe de 1400 páginas. En su encuentro con ocho de las víctimas en ese país, Francisco comparó la falta de investigación de los casos con “caca” y que la Iglesia había fallado. En algunas publicaciones católicas se habla de “un ataque coordinado contra el papa Francisco", luego de que tantos casos salieran a la luz al mismo tiempo.
El artista Ricardo Coello Gilbert, (Guayaquil, 1980) ante las noticias elaboró un “Censo”. Solo tiene una pregunta u no interesan los datos demográficos de quien responde: ¿Qué porcentaje de pedófilos puede tolerar usted en una institución a la que pertenece, apoya económicamente y confía a sus hijos e hijas?”.
Las respuestas deberían rasgarse con una línea en distintas posibilidades. Las opciones van de 0% a la de 1 a 9%, en una escala que asciende de 10 en 10 hasta llegar a 100. ¿Cuál sería su respuesta? La intención de este censo, una pequeña cartilla que emula el material de las estampitas de oraciones y volantes religiosas, en papel fino y rosado, no tiene la intención de “registrar y tabular resultados”, como pretenden hacer estas grandes encuestas.
“Sino –como explica el artista en la ficha técnica de su obra– propiciar la reflexión acerca del silencio y la inacción de quienes pertenecen a una institución que sistemáticamente encubre sus despreciables abominaciones”. Hay quienes van a imprimir el ‘Censo’ y repartirlo. Aunque no exista una respuesta, cada persona pensará en sus niveles de tolerancia y en la forma en que se repiten estos casos, ocultados, casi siempre por años a través del cambio de los acusados a nuevos cargos o instituciones, como se registra en la película Spotlight, nominada al Óscar y contada a partir de los abusos a niños en la Iglesia católica de Boston.
“Posiblemente las repuestas y reacciones que arroje el ‘Censo’ no sea algo exclusivo de la Iglesia católica, pero ella sí es la abanderada del encubrimiento sistemático de abuso sexual a menores”, dice Coello. ¿Y por qué se pregunta sobre pedofilia y no por pederastia? Para Coello, lo uno engloba a lo otro y engrandece el porcentaje que la persona tiene que responder si fuese sincera. Piensa que de todas formas ambas son conductas completamente inadecuadas. “No veo que ninguna sea menos nauseabunda que la otra”.
Mientras Coello Gilbert intenta reproducir su “Censo” como una protesta ante el encubrimiento de casos de abusos de una institución que tiene cientos de seguidores en todo Occidente, en las noticias se reproducen las declaraciones del papa Francisco no se anuncian protestas masivas, como las que se actuvan al mínimo pronunciamiento sobre la legalización del aborto, la visita de Judith Butler a Brasil o la larga lista de comentarios en contra de la llegada de población venezolana a países como Brasil, Ecuador y Perú. “Es raro, cuando pretenden apartar a una nueva generación de una cultura machista, la gente salta, te dice que no te metas. Cuando se meten con sus hijos en este tipo de instituciones se quedan callados, y es inexplicable desde el punto de vista de la razón.”
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Desde 2013, Coello trabaja en una serie de anagramas, desbarata versos bíblicos que constan en ediciones prestigiosas como El libro del pueblo de Dios, la versión en español que consta en el Vaticano. En inglés usa The King James y New International Version.
Entre abril y junio expuso su trabajo en Alemania, en la muestra Mission Impossible, junto con dos artistas alemanes y la ecuatoriana Juana Córdova. El propósito era comentar en Europa conflictos producidos luego de encuentros culturales, como la conquista. En el Centro Cultural Kunstzentrum Karlskaserne, en la ciudad de Luisburgo, Coello levó algunos de sus anagramas.
Uno de ellos es Levítico 25,44, un círculo hecho de tiza donde la edición original en inglés de la Biblia dice “Tus esclavos y esclavas deben venir de las naciones que te rodean; de ellos puedes comprar esclavos”. El anagrama que propone Coello dice que “Solo un monstruo dañino puede exigirte que reclames a otros como tuyos. Refuta, superemos cualquier enemigo incapaz”.
Otro de sus anagramas es un laberinto hecho de fichas de madera, con letras talladas a modelo de sellos que llevan inscrito el [anagrama del] versículo bíblico de Eclesiastés 7,26 cuando dice: “Y yo encuentro más amarga que la muerte a la mujer, cuando ella misma es una trampa, su corazón, una red, y sus brazos, ataduras. Con el favor de Dios, uno puede librarse, pero el pecador se deja atrapar”. El anagrama de Coello dice: “Para el corto idiota, clamo, la realidad es observada y ocurre desde su torpeza. No espere jamás encontrar razón en su mente pobre y amurallada. Su queja acumula amargura y su ofensa, un mar de pus”.
Coello tiene una formación religiosa, y a diferencia de cualquier persona que recuerda su primera comunión como un hecho especial, él recuerda la última. Su colegio, de padres jesuitas, le exigía hacer el sacramento de la confirmación para pasar de año. Para él fue comprender que la religión podría pasar, finalmente, como un trámite burocrático, como las misas que pasaban como una materia más del horario de estudio.
Tal vez siempre se cuestionó las distintas versiones que existen en la Biblia sobre la creación, el rol de la mujer como costilla del hombre, la posibilidad de que existan esclavos y las formas en que se reinterpreta un texto que rige la sociedad a través de diferentes doctrinas. Posiblemente empezó a hacerlo cuando en el colegio le pusieron como castigo transcribir el libro del Génesis y encontrarse con mitos que se supone que derivan en la misma historia, como el de la creación.
Coello considera que “la fe exonera a una idea de toda responsabilidad epistémica, puedes presentar cualquier aseveración sin argumentarla o tener evidencia. Es un sinsentido, Si es que alguien tiene otro concepto de la fe, bienvenido, pero suele ser mal comparada con la esperanza. No se apela a la esperanza cuando hablas de una aseveración que tienes que aceptarla porque sí”.
Su obra cuestiona la ausencia de pensamiento crítico y la forma en la que aceptar una verdad como única esquiva las posibilidades de crítica ante conductas tan cuestionables como la pederastia al punto que la institución en la que ocurre las encubre. La obra de Coello va hacia los detalles y sus ídolos están más ligados a la ciencia y sus formas de cuestionar los límites del conocimiento que con extremos radicales,
Empezó a dibujar y pintar a los 21 años con una técnica en la que todo empieza al revés. Con el tiempo le diagnosticaron prosopagnosia, un fenómeno de ceguera facial que le impide reconocer caras. De allí que en sus retratos de la gente que admira construya capas con lápices, del más blando al más duro. Su trabajo va de ocho a catorce horas diarias en los detalles de personajes como Darwin, Borges Bowie o Patty Smith o en la búsqueda incansable de posibilidades de hacer anagramas con frases bíblicas para interpelar contenidos que considera promotores de “misoginia, la homofobia, la esclavitud y otros tipos de odio y violencia”. Su propuesta en cada rompecabezas que arma, tanto en sus retratos como en las piezas con las que hace anagramas, tiene que ver con su manera de pensar el arte, en “sensibilizar esa realidad cada vez más ampliada para expandir el territorio de lo sensible”.
Zambrano Alvarado, J. (2018). Ricardo Coello Gilbert censa la (in)tolerancia a la pedofilia. Cartón Piedra. Diario El Telégrafo, No. 356, 14-17.