El primer amanecer del mundo
Texto que acompañaba a la obra y fragmento de texto curatorial de muestra colectiva "Presencias" por Romina Muñoz
2012
«El Profeta Velado disponía de métodos humildes de adivinación. Sus rituales de magia, por más austeros en parafernalia, podrían no ser del todo imprescindibles, sobre todo para quien afirma ser la encarnación del Dios que precede al tiempo, al nombre. Su rostro emanaba luz, toda la luz de todos los universos (su velo protegía al hombre de la ceguera y la locura). Para su presciencia le bastaba buscarse en un espejo, aunque no era su futuro lo que veía sino el tiempo entero de un universo muy similar que acababa de ser creado; cada reflejo era un universo nuevo, una nueva creación, donde lo único que involucraba de sí era su curiosidad y un sentimiento que fluctuaba entre la indiferencia y la maravilla.
De físico y ánimo inmoble, nunca lo vieron enfermo ni herido; nunca lo vieron dormir siquiera, ni se oyó nunca su sonrisa. De voz dulce, habló de un paraíso donde “siempre es de noche y hay piletas de piedra, y la felicidad de ese paraíso es la felicidad peculiar de las despedidas, de la renunciación y de los que saben que duermen”.
Luego de su desaparición, sus seguidores lo buscaron durante siglos. Los más temerarios trataron en vano de encontrarlo en cada espejo. Los más ilusos lo buscan, aún, en los cielos.»
Texto entre "comillas" por J.L.Borges
Fragmento de texto curatorial de muestra colectiva "Presencias" por Romina Muñoz:
El Primer Amanecer del Mundo, obra de Ricardo Coello [Gilbert], expone el acto fallido de acopiar de manera fiel el reflejo de un momento fugaz: delicados dibujos de dos espejos que representan el amanecer, están condenados a permanecer juntos, a no separarse por un delgado exceso que une las hojas que los contienen. El fracaso es múltiple, primero en su intento de representar el espejo, segundo por el deseo de capturar su reflejo, por querer conquistar el tiempo y por querer congelar algo que nos muestra “un espacio irreal que se abre virtualmente detrás de la superficie, estoy allá, allá donde no estoy, especie de sombra que me devuelve mi propia visibilidad, que me permite mirarme allá donde estoy ausente”*.
El espejo es una heterotopía, en la que se entrelazan y se ponen en crisis un cúmulo de realidades, entre ellas la de una imagen proyectada, una memoria muerta y el discurrir del tiempo. Siguiendo a Foucault, el espejo es el eterno retorno en el que nos descubrirnos ausentes del lugar en el que estamos.
*Michel Foucault, Otros espacios.
The first dawn of the world, 2012
Text that accompanied the piece.
«The Veiled Prophet had humble methods of divination. His rituals of magic, however austere in paraphernalia, may not have been absolutely necessary, especially for one who claims to be the incarnation of the God who precedes time and name. His face emanated light, all the light of all universes (his veil protected man from blindness and madness). For his prescience it was enough for himself to look in a mirror, although it was not his future what he saw but the whole time of a very similar universe that had just been created; each reflection was a new universe, a new creation, where the only thing that he included of himslef was his curiosity and a feeling that fluctuated between indifference and wonder.
Of unyielding physique and spirit, they never saw him sick or wounded; they never saw him sleeping, nor did they hear his smile. Of a sweet voice, he spoke of a paradise where "it is always night and there are stone pools, and the happiness of that paradise is the peculiar happiness of farewells, renunciation and those who know they sleep."
After his disappearance, his followers sought him for centuries. The most daring tried in vain to find him in every mirror. The most deluded seek him still, in the heavens.»
Quote on "comas" by J.L.Borges
Part of curatorial text of the collective exhibition "Presences" by Romina Muñoz:
The First Dawn of the World, by Ricardo Coello [Gilbert], exposes the failed act of collecting in a faithful way the reflection of a fleeting moment: delicate drawings of two mirrors that represent the dawn, are doomed to remain together, not to be separated by a thin excess that joins the leaves that contain them. Failure is multiple, first in its attempt to represent the mirror, second by the desire to capture its reflection, by wanting to conquer time and by wanting to freeze something that shows us "an unreal space that opens virtually behind the surface, I am there, where I am not, a kind of shadow that gives me back my own visibility, which allows me to look there where I am absent. "
The mirror is a heterotopia, in which a set of realities are intertwined and put into crisis, among them that of a projected image, a dead memory and the passage of time. Following Foucault, the mirror is the eternal return in which we discover ourselves absent from the place where we are.
* Michel Foucault, Other spaces.